A comienzos de los años 70, se encontraba trabajando en una empresa textil, donde realizaba tareas tediosas y monótonas, por un sueldo ínfimo y con condiciones laborales que rozaban la esclavitud. Dadas las injusticias que tanto ella como sus compañeras debían sufrir y soportar en dicha compañía, Crystal se alió con una organizadora sindical llamada Eli Zivkovich, con quien buscó un cambio radical para todas.
Sus acciones no fueron bien recibidas por parte de la empresa, y Crystal recibió amenazas durante un tiempo, hasta que la despidieron de su puesto. Sin embargo, antes de cruzar la puerta por última vez, tomó un pedazo de cartón y escribió la palabra “unión” en letras mayúsculas; se paró sobre su mesa de trabajo y comenzó a girar lentamente, para que todas sus compañeras lo leyeran. Éstas, emocionadas y también sedientas de un cambio, apagaron sus máquinas y le respondieron con el signo de la paz. Fue memorable la sensación de tranquilidad que hubo en la sala, aunque no duró mucho tiempo.
Luego de este acto de valentía, la policía retiró a Crystal del edificio por la fuerza. Sin embargo, ya era tarde para callarla: sus actos cambiarían las cosas para siempre. No sólo sus ex compañeras ganaron el derecho a ser representadas por un sindicato, sino que ella misma obtuvo un puesto como organizadora y, más tarde, recibió el premio a la “Paz y la Justicia en la Tierra”.
Muchos conocen su historia gracias a la película titulada Norma Rae, protagonizada por la brillante Sally Field, y basada en el libro “Crystal Lee: Una Mujer de Herencia”. Irónicamente, Crystal falleció por un cáncer cuyo tratamiento se retrasó a causa de sus luchas contra la seguridad social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario