El pasado 21 de mayo, el Presidente Piñera dijo que enviaría un proyecto de ley para limitar el uso de los múltiples rut en las empresas. A los días del anuncio, las poderosas cámaras de comercio y la CPC plantearon sus reparos en cartas a los diarios y sendas entrevistas. A menos de un mes, la iniciativa se cayó. El subsecretario de Trabajo anunció en su reemplazo multas, duras fiscalizaciones, dejando atrás un cambio de fondo; un paso fundamental, mucho más que el ingreso ético, para hacer de Chile un país un poco más equitativo.
Veamos por qué.
En materia laboral y sindical, el uso de los multirut es enormemente perjudicial: por la vía legal, se divide el movimiento sindical restándole fuerza. También se contamina la negociación colectiva, pues se distorsiona el real aporte que los trabajadores hacen a las ganancias de la empresa. Así, tenemos negociaciones asimétricas y de mala calidad en cuanto a sus resultados: en los últimos 10 años, el reajuste real inicial promedio por negociación colectiva es de 0,76%. Eso, mientras las grandes empresas han aumentado sus ganancias en tasas superiores al 40%.
Quienes hemos investigado este tema, sabemos que también tiene efectos directos en otra área clave: la participación de los trabajadores en las ganancias empresariales; las mal llamadas gratificaciones (no se trata de gratificar al buen obrero sino de distribuir, pues tras los buenos resultados de una empresa está el trabajo de todos). En Chile, los métodos de pago para las gratificaciones exigen, como es de suponer, que existan utilidades; si no las hay, no hay ganancias que distribuir. Es ahí donde el concepto de empresa juega de verdugo: el uso de múltiples rut permite, por ejemplo, que la unidad económica se divida en varias razones sociales. En el rut A, queda la empresa con sus utilidades; y en el b, los trabajadores. En dicho escenario, perfectamente pueden no existir gratificaciones.
La práctica de los multirut no es propia de la pyme sino de la elite empresarial, las grandes corporaciones y grupos de empresas que concentran, en un puñado de holdings, más del 90% de las utilidades de todo el sistema, precisamente por temas insolutos como éste. Hay multiruts en el salmón, en el retail, entre las forestales y en otras tantas áreas de la economía. Para justificarlo, los dueños de las firmas dicen que existen motivos tributarios y comerciales. Lo extraño es que esa lógica de “modelo de negocio” solo la aplican a Chile. Cencosud, con una sólida posición en Argentina, no tiene a sus empresas divididas en múltiples razones sociales en el país trasandino; la salmonera AquaChile, que opera en Costa Rica, tampoco.
Mantener el concepto de empresa tal y como está es no querer enfrentar la magnitud del problema, es perpetuar que en las firmas se sigan produciendo aberrantes desigualdades salariales por sobre las 60 veces, con sindicatos divididos por Ley y negociaciones colectivas con empleadores que aunque todos sabemos que ganan no ganan ni un solo peso; empleadores que esconden las utilidades frente a sus empleados para lucirlas después delante de los accionistas.
TheClinic.cl
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